La luz

Desde los inicios de la humanidad, las leyendas y mitos tienen una relación directa con lo lumínico. En las primeras civilizaciones, la importancia de la luz se manifiesta en  representaciones del Sol, desde escudos, hasta emblemas que encontramos en múltiples culturas a través del tiempo. Así mismo, la luz era considerada un don divino en la Edad Media: las figuras religiosas eran representadas con un halo áureo como símbolo de iluminación y eternidad. Con la Revolución Científica, la luz se convirtió en tema de estudio, hasta llegar a los  descubrimientos y hallazgos de Newton en la descomposición de la luz, que influirán significativamente en la comprensión de los colores. En el arte, la luz adquiere importancia, ya que es entendida como un aspecto que incide sobre la forma de entender la realidad, y así permite que sea reconocido tal o cual objeto. Los artistas captan del mundo los matices que nos posibilitan reconocer las cosas.
El claroscuro ha sido en la plástica quien mejor ha permitido expresar el reconocimiento de la luz en la obra. El contraste entre el blanco y el negro  como forma de explicar plásticamente la configuración de los objetos, casi siempre en una clara voluntad expresiva.
El claroscuro permite  al artista representar la forma de un objeto mediante el juego de luces y sobras: gamas de luces que van desde el blanco, para las zonas más luminosas, hasta los oscuros de las sobras, representadas por el negro. Leonardo escribió: "hemos de poner blanco como representación de luz"

En la obra de "La muerte de la Virgen" de Caravaggio, el pintor experimenta con la luz, busca la representación de la realidad bajo un foco de luz que se dirige en diagonal hacia el rostro de la Virgen muerte, rodeada de apóstoles, velándola, arropados por un rojo intenso. El resultado es una obra que contrastas grandes zonas de luz y de sombras; claro ejemplo del estilo "tenebrista". Utilizando la luz así, se resalta el carácter expresivo de la obra, como lo describen los gestos y posturas de los apóstoles. 

El gran pintor holandés Johannes Vermeer, alcanzó la fama con representaciones de gente anónima realizando actividades domésticas y cotidianas. En la obra "La encajera", la escena se desarrolla rodeada por una luz sutil, casi transparente que nos  transmite reposo y silencio. De esa manera le otorga una gracia y delicadeza, casi como queriendo hacer eterno un momento simple y hogareño.





Texto elaborado gracias a datos de: "El mundo de la pintura. Grandes temas del Arte universal", Ed. Océano, Barcelona, 2002.
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