Una nueva arquitectura

Rue Franklin (París) de Auguste Perret
“Una de las frecuentes acusaciones contra la arquitectura moderna es que la arquitectura de hoy “no será jamás un arte”. La arquitectura-arte sería la griega, la romana, la gótica, la renacentista, etc., pero no la actual, que no mantiene ninguna referencia estilística con las obras maestras del pasado. Es fácil encontrar dónde está el error de este razonamiento: está en el equívoco de creer que el arte y los etilos pueden repetirse y de que es posible hacer renacer formas artísticamente acabadas. Si bien es verdad que muchos de los edificios que nos rodean —por no decir la gran mayoría— no son otra cosa que construcciones banales, que no merecen ni siquiera llamarse obras arquitectónicas, lo es también que la más modesta vivienda, el más pequeño chalet, pueden ser buena arquitectura. Y, en efecto, ¿cuáles son los primeros ejemplos que citan casi todos los tratadistas, en el examen histórico del nuevo arte? La “Red House” proyectada por Webb para William Morris, la casa de la Rue Franklin (París) de Auguste Perret, la casa de la Rue Turin (Bruselas) son ejemplos todos ellos de extremada modestia, que pueden pasar totalmente inadvertidos a los ojos del hombre
de la calle. Todo depende de saber reconocer que nuestra época tiene unas necesidades económicas y sociales muy distintas de las del pasado y que, en nuestro sistema social, el bloque de vivienda ha sustituido al castillo, al palacio y al templo, mientras nuevos edificios, antes ignorados, como el hospital, la estación, la fábrica, el rascacielos, han ocupado el lugar de aquellas estructuras monumentales que conocieron las edades antiguas.”
 Gillo Dorfles: “La arquitectura moderna”. 1954.

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