Brunelleschi, inventor y gobernador de la cúpula mayor

"El 16 de abril de 1420 Ghiberti, Brunelleschi y Battista d´Antonio son elegidos provisor es de la construcción de la cúpula. Se repite la situación del concurso para las puertas: prescindiendo de Battista d´Antonio, antiguo ayudante de Giovanni d´Ambrogio y cuya personalidad artística es irrelevante, están frente a frente Ghiberti y Brunelleschi. El primero es mucho más que un tradicionalista a ultranza; pero su actitud moderadamente progresiva es precisamente la que no puede conciliarse con la intransigencia revolucionaria de Brunelleschi. Este, que en 1402 se había retirado para evitar el compromiso, sabe que ahora está en condiciones de aceptar la lucha. El hecho es que en 1402 la batalla debía desarrollarse necesariamente en el terreno del estilo; ahora, por el contrario, debía decidirse en el terreno de la técnica. La técnica es uno de los factores que produce la transformación de la sociedad italiana en el Quattrocento; y Brunelleschi es el portador de una nueva técnica. Es cierto que la nueva técnica se basa en un conocimiento más directo, objetivo y documentado de las fuentes clásicas; pero éste es justamente el punto en el cual Filippo puede batir a su rival, partidario de un clasicismo tanto más vagamente universalista cuanto menos concretamente histórico.


"La ciudad, mantenía el recuerdo de las puertas de bronce, y entre las gentes de la ciudad y del Arte había división y rivalidades. Había quien tenía gran fe en Filippo y quien la tenía en Lorenzo... A juzgar por los emolumentos, parece que Lorenzo contase con mayor confianza entre los Gremios. Pero, una vez comenzada la construcción, cada día crecían las dificultades y los riesgos. Filippo, que entre otras cosas gustaba de la burla, un buen día finge enfermar y deja al otro, solo, dirigiendo la obra en el momento más crítico; y cuando, finalmente, accede a los ruegos y consiente en volver a los andamios, pone como condición la división de las tareas y responsabilidades. Lorenzo, a quien se da prioridad en la elección, opta por el encargo de mayor estima, la construcción de la cadena, y deja a Filippo el más modesto, los andamios y la albañilería. Pero la cadena no resiste y debe rehacerse con gran pérdida de dinero: este argumento decide finalmente a los Gremios a confiar a Filippo, que en un documento del 23 es reconocido como 'inventor y gobernador de la cúpula mayor', la responsabilidad de la construcción. A Ghiberti no se le deja totalmente al margen, tanto es así que en el 29 su nombre vuelve de nuevo a asociarse con el de Brunelleschi en el encargo de estudiar un plano para modernizar toda la iglesia; pero Filippo ya ha vencido, y precisamente en el terreno de la técnica, su gran batalla. Existen además otras pruebas del ingenio técnico de Brunelleschi: en junio del 21 pone en funcionamiento una máquina "pro trahendo et conducendo super murus Cupolas maioris lapides, macignos et alia opportuna"; en julio del mismo año patenta un nuevo tipo de barco de su invención. [...]


Filippo es un hombre que se ha trazado una línea de conducta en función de un objetivo preciso: sabe a dónde quiere llegar y llega. Ghiberti, en el fondo, es todavía un erudito, con su humanitas petrarquiana, plena de decoro y gentileza; Donatello es un hombre del pueblo, que conoce los textos latinos y siente en la herencia ideal de Roma una posibilidad de redención moral, el fundamento de una concepción altamente heroica y dramática de la vida. Brunelleschi es el hombre para el cual la racionalidad del juicio es norma de acción, guía de voluntad. Su ideal es la técnica; pero una técnica que ya no es manualidad sino método o proceso racional y como tal se aplica tanto a la determinación de los problemas constructivos como a la investigación histórica y al conocimiento de la realidad. Las tablas que pinta son instrumentos de óptica; sus excavaciones e indagaciones tienden a reencontrar no tanto los órdenes y ornamentos antiguos cuanto las uniones y articulaciones de los edificios; sus invenciones en el campo de la mecánica tratan de multiplicar las posibilidades del hombre, del sujeto, en relación con la naturaleza, o con el objeto. Y en las formas perfectas de su arquitectura expresa no tanto una nueva y grandiosa concepción del mundo, cuanto una nueva condición de la mente humana, un nuevo valor del sujeto respecto a la realidad, entendida como objeto."
Giulio Carlo Argan: "Brunelleschi", 1952

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