Obras de Juan Manuel Blanes (II)

Ejemplos de la obra de Juan Manuel Blanes que forman parte de la exposición del Museo Nacional de Artes Visuales 

"Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires"

Realizado: c.1871,  Técnica: Óleo,  Soporte: Tela,  Medidas: 230 x 180 cm
Llamado «el pintor de la Patria» fue un persistente autodidacta hasta que el gobierno le otorgó una beca para formarse en Europa. Gracias a los cuadros de este artista nos sentimos testigos de parte de nuestra historia. Los Treinta y Tres Orientales no volverán a ser nombres sin rostro después de ser inmortalizados por Blanes en una de sus obras mayores. Representante del academicismo europeo, por sus cuadros desfilan gauchos y batallas, hechos y protagonistas. En este caso, la terrible epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires, ha sido plasmada en esta tela de gran formato que es una de las piezas emblemáticas del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo.
Gracias al parte policial del Comisario Lisandro Suárez, se sabe que la mujer en el piso era italiana, se llamaba Ana Brisitiani y vivió en un conventillo de la calle Balcarce hasta encontrar su trágico fin el 17 de marzo de 1871. Los médicos, el Dr. Roque Pérez y su colega Manuel Argerich, poco tiempo después de ser pintados por Blanes, serían también víctimas de la enfermedad que combatían.
En esta obra se ve reflejado todo el dramatismo de la escena, un pequeño niño junto a su madre caída sin vida en el suelo de la habitación, los médicos asombrados y conmovidos en la puerta dirigen la mirada a la mujer y su hijo sin percatarse aún que tras la puerta en la semipenumbra de la habitación el padre de la criatura también yace muerto. La luz que se filtra desde la calle se derrama en el punto focal del cuadro que es una obra culmine de este autor. Juan Manuel Blanes fue a su modo un reportero de su tiempo.


"Retrato de la Sra. Carlota Ferreira. de R."

Realizado: c.1883, Técnica: Óleo, Soporte: Tela, Medidas: 130 x 100 cm

De manera continua en su carrera, Blanes atendió al retrato. La demanda creciente hizo que este género fuese uno de sus soportes económicos permanentes.
Este cuadro reviste características inusuales en la retratística del artista; Carlota Ferreira, persona vinculada estrechamente con su hijo y con él mismo, aparece casi de cuerpo entero, en la peculiar situación de estar delimitada por los efectos de luz cuya intensidad se concentra en su cintura, acentuando sensualmente la tersura de sus brazos.
Blanes en este retrato traslada la habitual centralización académica que tomaba el rostro como el centro de la obra.
Aquí el artista muestra a cabalidad su virtuosismo en el registro pormenorizado de los detalles de la vestimenta y sus accesorios, botones, joyas y texturas del entelado de la pared. El artista otorga un particular empaque a la figura de la dama, que exhibe una gran seguridad en su postura y en la mirada dirigida directamente al espectador.
El retrato de Carlota Ferreira es una obra icónica en la plástica nacional. La fascinación que ejerció y ejerce aún ha motivado a muchos artistas a reinterpretarla en distintos momentos de la pintura uruguaya. Son ejemplos de ello, las obras de los pintores Vicente Martín y Álvaro Amengual entre otros.

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