Alex Katz

Alex Katz, nació en Brooklyn, New York 24 de julio de 1927, pintor que ingresó en 1946 en la Cooper Union School of Art and Architecture de Nueva York y también estudió en la Escuela Skowhegan de Pintura y Escultura, Skowhegan, Maine. Para 1955 realiza sus primeros collages. Desde finales de los años cincuenta se dedica a realizar, esencialmente, retratos. Calificado a veces como artista-pop.
Comienza así una serie de exposiciones en Estados Unidos, pero, también, su trabajo llaga a Europa, especialmente Alemania, España, Inglaterra, Italia y Austria.
Se caracteriza por sus composiciones planas y es conocido por sus siluetas o 'cut-outs' (figuras recortadas y pintadas), retratos pintados sobre madera recortada, que lleva realizando desde los años 60. Resulta interesante la composición de sus obras, cómo ordenas los elementos en el espacio así como la importancia del manejo de los colores.
La obra plástica de Alex Katz no resulta tan convencional como algunos la han calificado algunos críticos.
Su producción está llena de experimentos que coinciden con la primera etapa de su carrera artística. La invención de los cut-outs -figuras, la apuesta por una figuración que utiliza los grandes formatos de la abstracción neoyorquina y de las vallas publicitarias, y los retratos rodeados por un fondo neutro, suponen las principales aportaciones del autor al rico panorama artístico norteamericano de finales de los años cincuenta.
Varios son los aspectos que lo encasillas dentro del llamado arte pop -la clara influencia de los medios de masas -la transformación icónica de sus imágenes o la repetición y la fragmentación que le acercan a artistas como Rosenquist y Warhol; pero también es cierto que la explotación de la luz como elemento modulador de la superficie pictórica, en detrimento del grafismo pop, lo separa de esa tendencia.
Katz entabló amistad con el coreógrafo Paul Taylor. Es así que elaboró curiosas escenografías para varios espectáculos de Taylor, en las que el dinamismo de los bailarines contrastaba con la escalofriante inmovilidad de los cutouts. A principios de los años setenta se produce la definitiva consagración artística de Alex Katz.
El público y la crítica admiran  las enormes dimensiones de sus cuadros y las nítidas composiciones articuladas por colores planos y brillantes. Además, se dejan seducir por los múltiples significados escondidos en sus retratos, aparentemente privados de contenido: "Me gustaría llegar a un arte en el que la imagen y el símbolo sean uno, crear un símbolo que sea claro y, al mismo tiempo, múltiple; un símbolo que pueda significar diferentes cosas para diferentes personas y no sea igual para todo el mundo".
A partir de la década de los años ochenta, Katz otorga mayor protagonismo a lo efímero y al distanciamiento, por lo que su producción se ajusta perfectamente al ideario estético de aquellos años. Emprende un nuevo desafío pictórico: la realización de paneles de enormes dimensiones -como Pas de deux, Eleuthra y Última mirada-, donde experimenta irónicamente con la simultaneidad espacio-temporal. No obstante, sintetiza con ironía la alegría de vivir de una década marcada por el ocio y la despreocupación, por la moda y el guiño lúdico. Los personajes sonríen o discuten, revelan una elegancia exquisita y nos observan desde un mundo que, por su color y espectacularidad, resulta del todo ficticio.
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