Antoine Watteau y "las fiestas galantes"

Watteau nació en Valenciennes, pequeña ciudad de Flandes, en 1684. Su padre, Felipe Watteau era carretero de carácter tosco y no veía con buenos ojos las tendencias artísticas de su hijo, que había revelado desde niño. Pero, Jean Antoine consiguió vencer la resistencia paterna y abandonó Valenciennes. Marchó a París para aprender a pintar junto a los mejores maestros y con menos de 18 años, dejaba su pequeño pueblo para ir una metrópoli en busca de su oportunidad.
En el año 1717, con 33 años Watteau logra que la Academia de Pintura "aceptara" su obra ("El embarque para Citerea") y recibir al pintor que había creado una categoría a su medida: "Pintor de las fiestas galantes". Una etiqueta aparentemente frívola, pero que reconocía a Watteau con el intérprete más sensible de aquel particular clima en que se complacía "la buena sociedad" de su tiempo. Un clima un poco presuntuoso, despreocupado, que proclamaba el triunfo de los espectáculos teatrales, de los grandes bailarines de máscaras, de los galanteos y de los caprichos aristocráticos. Estos son los temas que trasfiguran su obra con un interesante toque de fantasía, el éxito lo consiguió con esta fórmula.

La fórmula de las fiestas galantes
En sus composiciones aparecían figuras gentiles, conversando, paseando o danzando sobre el fondo de pintorescos jardines, ricos en vegetación y de sombras propicias para los encuentros íntimos. Estas composiciones llegaron a ser la expresión de una época cuyo lema era la galantería, entendida como afectación y frivolidad. Muchos dicen que es extraño que justo él diera cara a la galantería, un personaje que era de todo "menos galante".
El mundo aristocrático gustaba de encontrar en sus cuadros una imagen idealizada de sus propios pasatiempos, pero el pintor permanecía al margen de los mismos sin participar directamente de ellos.
Hay un personaje que se encuentra muy a menudo en sus cuadros, personaje enigmático y en ocasiones aislados del resto de los otros en la escena: a veces en un Pierrot, otras un guitarrista; viste el traje de Gilles, popular personaje de teatro francés. Algunos dices que se reconoce a Watteau, atento espectador de un mundo que no le pertenece. Murió con 37 años en la Nogent, en julio de 1721, en plena momento de reconocimiento.
"Conversación al aire libre" (1716-1719)
En la confortable frescura de los verdes bosques, se celebran las elegantes tertulias de damas y caballeros, que se abandonan despreocupados a los placeres de la música, de pasear y conversar. Se representa aquí los pasatiempos de la sociedad elegante del siglo XVIII sin demasiados problemas. El autor consigue reflejar este modo de vivir con interesante habilidad: emplea toques leves y colores brillantes. El contexto es un escenario idílico, casi encantado.
"Gilles" (1717-1721)
El mundo del teatro y de las máscaras fue inspiración para Watteau. El protagonista de este cuadro es una célebre máscara del teatro francés: Gilles. Domina la escena con un vestido blanco, como el de Pierrot, de reflejos cambiantes y luminosos. Sobre el fondo otros rostros, otras máscaras con distintas expresiones. Más que las figuras y sus actitudes, lo que hace festivo el cuadro es el uso de los colores, intensos, cálidos y ricos matices, que dan un tono brillante al conjunto.
"El Mezzettino" (1718-1719)
Aquí un sugestivo rincón de jardín. El cielo que ocaso, los espesos árboles, un banco solitario y un hombre con traje de Mezzettino (máscara ítalo-francesa del siglo XVI), que toca su bandurria. La escena tiene un clima de melancolía o cierta tristeza. Los colores que en otros cuadros son vivos y llamativos, aquí hay matices tenues y delicadas.
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