Vaslav Nijinsky... la danza de los colores





Vaslav Nijinsky nació en Kiev (1889), hijo de una pareja de bailarines de origen polaco, se formó en la Escuela Imperial de Ballet de San Petersburgo (actual Escuela Vaganova), en cuya compañía ingresaría en 1909. Allí se encuentra con el empresario Serge Diaghilev. Bajo su influencia, se irá convertiendo en un artista reconocido, y es invitado a formar parte de los Ballets Russes para su presentación en el Théâtre du Chatelet de París, forjando una auténtica estrella.
El primer regalo de Diaghilev a su joven amante fue la colección completa de la publicación Mir Iskusstva (El mundo del Arte). Para Nijinsky fue la primera ventana a ese mundo, y pasaría horas contemplando sus ilustraciones (muchas de las cuales puedes observar en el video superior), alimentándose del trabajo de otros artistas y, siendo éste su más valioso tesoro, le acompañó en sus viajes durante toda la vida.
Como intérprete, Nijinsky dejó el legado de quien ha sido uno de los más versátiles bailarines del momento, su interpretación de Albrecht, el príncipe eternamente enamorado de Giselle, fue tan sólo uno de los grandes roles clásicos que interpretó durante sus apariciones con el Ballet del Teatro Marinsky; los personajes creados para él por el coreógrafo Mikhail Fokine fueron los más aclamados por la crítica y el público, dado que enfatizaban las cualidades que distinguía al bailarín, él creó once de los dieciséis ballets coreografiados para Vaslav en los Ballets Rusos (Le Pavillon d’Armide, Schéhézade, Cléopâtre, Les Sylphides, Carnaval, Les Orientales, Le Dieu Bleu, Narcisse, Daphnis et Chloé, Le Spectre de la rose y Pétrouchka).
La interpretación de Nijinsky junto a la genial Tamara Karsavina, enloqueció a los círculos artísticos de París, que descubrieron el espectacular cuerpo atlético de Vaslav enfundado en un maravilloso diseño de Baskt que añadía ambigüedad estética del bailarín. La magia con que aparecía en la escena saltando a través de la ventana será siempre el distintivo de la extraordinaria transformación que experimentaba al pisar el escenario. Pero además de su talento como bailarín, Nijinsky demostró sus magníficas cualidades como coreógrafo (L’Après-midi d’un faune (1912) y Jeux (1913) ambas sobre partituras de Claude Debussy, Le Sacre du printemps, del mismo año, con música de Igor Stravinsky y Till Eulenspiegel, con una composición de Richard Strauss).
Supo provocar un gran escándalo en la conservadora y puritana sociedad parisina de la época, especialmente con su trabajo Jeux, ya que el artista se tomó la libertad de aparecer sobre el escenario bailando en puntas, lo que en técnica clásica de danza está reservado únicamente a la mujer; tampoco esto fue algo inesperado en Vaslav, que llevaba años tratando de convencer sin éxito a su empresario y amante de que le permitiera interpretar el role de Karsavina en Le Spectre de la Rose.
Su dependencia, sentimental como profesional de Serge Diaghilev – el hombre que le había abierto las puertas al triunfo y la creación – y de los propios Ballets Russes, tuvo un precipitado y dramático final tras su sorprendente boda con Romola de Pulszky, una joven de origen polaco, también miembro de la compañía. 
El comienzo de la Guerra Mundial le sumió en un período de aislamiento e inactividad. En 1919 fue visto en escena por última vez e inmediatamente después se adentró en un sin fín de tratamientos médicos que le acompañaron hasta su muerte en Londres en 1950.
Vaslav Nijinsky fue un artista de arrolladora personalidad que irrumpió en la actividad creadora del siglo XX en forma de inspiración para numerosos artistas. También su trabajo como artista plástico es de un gran valor significativo.

Fuente: www-danzaballet.com/modules
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