El cuadro representa un almuerzo en un bosque, cerca de Argenteuil, donde discurre el Sena. La mujer desnuda, la modelo de Manet, Victorine Meurent, cuyo cuerpo está crudamente iluminado, mira directamente al espectador. Está sentada sobre una tela azul, probablemente una parte de las ropas que se ha quitado. Los dos hombres son el hermano de Manet, Gustave y su futuro cuñado, el escultor holandés Ferdinand Leenhoff. Están vestidos como dandis. Los hombres parecen estar ocupados conversando, ignorando a la mujer. En frente de ellos, se muestran las ropas de la mujer, una cesta de frutas, y un pan redondo, como en un bodegón. En el fondo, una mujer ligeramente vestida vadea una corriente. Demasiado grande en comparación con las figuras del primer plano, ella parece flotar. La desproporción entre la mujer del fondo y la barca a la derecha se consideraba una impericia de parte del pintor: en realidad, los mórbidos contrastes cromáticos y la utilización de la perspectiva aérea en clave moderna inscriben esta obra entre las obras maestras del siglo XIX.
El fondo pintado toscamente carece de profundidad, dando al espectador la impresión de que la escena no tiene lugar en el exterior, sino en un estudio. Esta impresión se refuerza por el uso de una intensa luz «fotográfica», que casi no deja sombras: de hecho, la iluminación de la escena es inconsistente y nada natural. El hombre a la derecha luce un sombrero plano con una borla, de la clase que normalmente se usa en los interiores.
La esposa de Manet, Suzanne Leenhoff, y su modelo favorita, Victorine Meurent, posaron para la mujer desnuda, que lleva la cara de Meurent pero el cuerpo de Leenhoff, más regordete. El hombre a la izquierda es probablemente el cuñado de Manet, Rodolphe Leenhoff.
El estilo de la pintura rompe con las tradiciones académicas de la época. Manet usó una luz cruda, «fotográfica» que elimina los tonos medios. Se considera un cuadro «preimpresionista» por usar un motivo del entorno inmediato del artista. La hechura es conscientemente clásica. Sin embargo, no intentó ocultar las pinceladas: de hecho, la pintura parece inacabada en algunas partes de la escena. El desnudo está muy lejos de las figuras suaves e impecables de Cabanel o Ingres.
A pesar de su tema mundano, Manet deliberadamente eligió un formato de lienzo grande, normalmente reservado para los grandes temas.
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