La escuela del cine neorrealista, como se le dio en llamar, surgió tras una Italia devastada por el conflicto de la segunda guerra mundial. Con su economía en ruinas, ocupada por ejércitos extranjeros, con una conciencia culpable por sus años de fascismo. Ese mismo sentimiento era compartido por una buena parte de los europeos, quienes seguían con el sabor amargo de la contienda que los había despedazado y la incertidumbre acerca del futuro. El ideólogo principal del neorrealismo fue, sin dudas, Césare Zavattini. Los principales directores fueron De Sica, Rossellini, Fellini, Visconti, Lattuada, Soldati, Castellani, Antonioni, Zampa, Germi. Sus principales bellezas fueron Silvana Mangano, Lollobrígida, Loren, Bosé, Magnani.
"Lejos de proponer sueños evasivos como hacía el cine norteamericano, presentando proyectos de quimeras no realizadas, en las cuales la imaginación del espectador se escapaba de un ingrato presente, los neorrealistas enfrentaron al hombre común a la amarga realidad en la cual vivía." Se caracterizó por el uso de la crónica para exponer la cotidianidad y sus contrariedades, también para denunciar los desajustes sociales, del humor como una válvula de escape para las tensiones acumuladas. Representa la vida de cada día, a mitad de camino entre relato y documental, muchas veces con personajes de la calle en vez de actores profesionales. La escasez de medios y la falta de capital disponibles después de 1944 obliga a rodar en las calles, a ambientar los largometrajes en escenarios auténticos. Esto se convierte en una suerte de sello del neorrealismo, que de tales aparentes limitaciones extrae una inusitada carga testimonial.
Otro rasgo sobresaliente es que el acento se desplaza del individuo a la colectividad, con visible predilección por una narración de tipo coral. Por último, aunque no menos importante, destaca el lúcido análisis de los hechos, con una crítica abierta a la crueldad o a la indiferencia de la autoridad constituida. En Inglaterra practicaban el “free cinema” y en Francia la “nouvelle vague” pero todos trataban de expresar lo mismo, "el fastidio de una Europa que había sido sacrificada en el juego de las grandes potencias y estaba harta de ser empleada como chivo expiatorio de las ideologías".
El Neorrealismo vino a confirmar algo que ya es sobradamente conocido: la influencia social del cine. Algunos atribuyen en gran medida la derrota del gobernante partido PRI, en las últimas elecciones presidenciales en México, al filme La ley de Herodes. Otras películas han tenido igual capacidad movilizadora de conciencias en la historia del cine como el Ciudadano Kane, que alertó sobre el control de los grandes magnates, como Hearst, sobre la formación de la opinión pública y la manipulación que los grandes consorcios hacen de la voluntad popular. El filme La gran ilusión, de Jean Renoir, fue en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, un llamado a la concordia entre los seres humanos y tuvo una inmensa repercusión en Europa, pero no pudo impedir el estallido del conflicto. Las obras de Charles Chaplin fueron un himno al amor y la ternura ceñido en un manto de humor hilarante. Serguei Eisenstein contribuyó con sus filmes a denunciar la opresión y la desigualdad social, tal como hizo su contemporáneo Pudovkin.
Recomiendo ver análisis de los principales exponentes y sus obras en: http://www.italica.rai.it/
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